América, un continente que tuvo su cultura aborigen rica en civilizaciones que dejaron rastros que hoy son el atractivo cultural del turismo, "las civilizaciones precolombinas".
Con la llegada de los europeos a este "Nuevo Mundo", comienza el encuentro de culturas.
Y también empieza la etapa de la conquista y colonización de los pueblos americanos.
Hay algunos testimonios literarios que amplían la visión de quienes se encontraron con estas tierras y plasmaron en descripciones y características la visión de esos tiempos.
Cristóbal Colón redactó durante su primer viaje, el "Diario de Viaje" desde su salida de España, que está compendiada en la "Historia de las Indias" escrita por Fray Bartolomé de las Casas.
Diario de Colón. Libro de la primera navegación
Fragmento
Jueves, 11 de octubre [12.10.1492]
Puestos en tierra vieron árboles muy verdes, y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo, escribano de toda la armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha Isla por el Rey y por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escrito. Luego se juntó allí mucha gente de la Isla. Esto que se sigue son palabras formales del Almirante, en su libro de su primera navegación y descubrimiento de estas Indias: "Yo (dice él), porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a Nuestra Santa Fe con Amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que tuvieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos a donde nos estábamos, nadando. Y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuenticillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad. Mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vide más de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de 30 años. Muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras. Los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballos, y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. De ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y de ellos de colorado, y de ellos de lo que fallan. Y dellos se pintan las caras, y dellos todo el cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de ellos solo la nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro. Sus azagayas son unas varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pece, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les hize señas que era aquello, y ellos me mostraron como allí venían gente de otras islas que estaban cerca y los querían tomar y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestra Alteza para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos en esta Isla." Todas son palabras del Almirante.
"En aquellos países hemos encontrado tal multitud de gentes, que nadie podría enumerar, como se lee en el Apocalipsis. Todos de uno y otro sexo van desnudos, no se cubren ninguna parte del cuerpo y así como han salido del vientre de la madre, así hasta la muerte van. Tienen cuerpos grandes, bien plantados y proporcionados, tirando al rojo, lo cual pienso les acontece porque andando desnudos son teñidos por el sol. Tienen los cabellos abundantes y negros, son ágiles en el andar y en los juegos, de una franca y hermosa cara que ellos mismos destruyen. Pues se perforan las narices, los labios y las orejas. He visto muchos que tienen en la cara siete perforaciones, cada una de las cuales tenia el tamaño de una ciruela. Y cierran ellos estas perforaciones con piedras cerúleas, marmóreas y de alabastro. Otra costumbre hay entre ellos muy atroz y fuera de toda credulidad humana, pues siendo sus mujeres lujuriosas hacen hinchar los miembros de sus maridos de tal manera que parecen deformes y brutales. Y eso con un cierto artificio suyo y la mordedura de ciertos animales venenosos, y por causa de ellos muchos lo pierden y quedan eunucos. Aun estuve veintisiete días en una cierta ciudad donde ví en las casas la carne humana salada y colgada de las vigas, como entre nosotros se usa ensartar el tocino y la carne de cerdo. Digo mucho más, que ellos se maravillan porque nosotros no matamos a nuestros enemigos y no usamos su carne en las comidas, la cual dicen que es sabrosísima. Sus armas son el arco y la flecha. Cuando se enfrentan en batalla no se cubren ninguna parte del cuerpo, de modo que aun en esto son semejantes a las bestias."
Hernán Cortés
Hernán Cortés fue un militar español con protagonismo en la Conquista de América.
Nació en 1485 en Medellín, España.
Realizó estudios en la Universidad de Salamanca.
Su espíritu aventurero hizo que se embarcara hacia las tierras del Nuevo Mundo. Estuvo con Diego Velázquez en Santo Domingo y en Cuba.
Después partió hacia México al mando de unos 600 hombres.
Iba ayudado por una joven de sangre indígena, Mariana, a quien apodaban la Malinche.
Cortés tomó la ciudad de Tenochtitlán, México actual, y capturó al emperador Moctezuma.
Realizó varias expediciones por América Central.
Hizo viajes a España, y falleció allí en 1547.
En su estada en México, hacía despachos de Cartas de Relación al Rey Carlos V, entre 1519 y 1526.
Estas Cartas fueron cinco, se publicaron mucho tiempo después, y son un documento de la época.
Las Cartas se guardan en un Códice en la Biblioteca Imperial de Viena. La edición completa de las cinco cartas es de 1868. La primera de las cartas no ha sido encontrada, pero se la reemplazó por un envío al Emperador, de la Justicia y Regimiento de la Villa Rica de Veracruz, de 1519.
La más interesante de las Cartas de Relación, es la segunda, donde se relata el desembarco en tierras mexicanas y las luchas por la toma de Tenochtitlán.
Tu blog es muy interesante. Lo he leído desde España, porque me interesa la literatura hispanoamericana. Así que no decaigas y sigue trabajando en él. ¡Suerte!
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